miércoles, 31 de enero de 2007

Maruja Piruja

A mí, Maruja Torres, en sí, me mola. Es entrañable. Siempre me ha recordado a la hermana de la peluquera de un pueblo cualquiera de Toledo, a la amante garrula de mi tío el viudo, a la menopaúsica de somnífero y vibrador a pilas alcalinas, a la Sofía Loren de barra (del Bar Pepe, por ejemplo), a la tía abuela que se fue a vivir al París de los sesenta y vino con herpes hasta en los sobacos.
Hoy caminaba por el Soho y Daniela me comentaba lo del artículo de Maruja sobre el ego que supuraban los muchos blogs que la columnista del País había tenido oportunidad de visitar. Todo el mundo sabe que el ego sólo es propio de los que escriben en los blogs; los escritores y columnista, por ejemplo, no tienen ego. Creo que el ego no es necesario para escribir un libro. No, al contrario, escribir libros o artículos es un ejercicio de modestia y de admiración al prójimo, al que te vende el papel A4, al que te regaló la Olivetti con la letra e estropeada (siempre es la primera letra que te falla), al negro que escribe por ti y que te encula si se tercia, a tu editor, al librero de tu barrio, a Pablo Cohello que siempre venderá más que tú, al columnista de La Razón y a los poemas de tu prima la cachonda; con todos ellos te recreas, te masturbas y te corres, porque te gustan. Sin embargo, con tus columnas y tus novelas es otra cosa; las escribes, las lees por encima y te sale un vaya, no están mal, pero otro lo hubiese hecho mucho mejor. Tú, cuando escribes, no te pones el supositorio de ego, te cagas y ya, y otro libro que me salió y qué bueno que parece y a lo peor lo ponen con otros libros en una cesta on sales y se lo compra un bloger que pasaba por allí (por dos con cincuenta y no pago más que es de Maruja y yo escribo mejor que ella).
Querida Maruja, hoy paseaba por el Soho y vi a tus dobles: a tu versión cantonesa, a tu gemela Tailandesa, a doble bolchevique y a una actriz naturópata ex amante de Echenique. Todas ellas llevaban el espíritu crítico que toda Maruja lleva dentro, muy adentro y sin maldad.
Pero, a pesar de mi pataleta, Maruja en su columna tiene razón, y se merece un respeto al igual que el Papa un atentado. Pero eso es otro tema.

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