martes, 2 de enero de 2007

El show de Sadam

A miles de kilómetros del lugar donde me encuentro han ahorcado a un dictador pocas horas después lo he visto en la pantalla de mi ordenador. He sentido un trágico escalofrío cuando la soga le vestía el cuello. Al final ese tirano con bigote ha resultado ser un hombre, de carne y hueso, y los locos que le rodearon durante la ejecución también lo eran. No era ficción. El avance tecnológico y de la humanidad, de lo humano, debería ser paralelo y distanciarse, como mucho, por milímetros, pero no es así. Hace tiempo el primero ha perdido de vista al segundo y temo que nunca se vuelvan a encontrar.

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