sábado, 10 de febrero de 2007

La vaca que ríe

Tan triste como el poema: me compré una peli porno, la elegí por su portada, no decía nada, puede ser una tarde paseando por ahí, sin nada que hacer; esto no significa que yo sea feliz a mi manera, una cosa son las tardes y otra mis sonrisas.

Recité la poesía a pies juntillas y me he traído la peli porno a casa (también Bananas, de Woody Allen, por la oferta del dos por uno). La foto de portada del DVD podría ser la visión de cualquier neonazi pajillero de nuevo cuño: un bodegón de carne y hueso de la nueva Europa comunitaria, los países del este que se unen al club del capital y el bienestar: un rubio joven mancebote, fornido a base de clembuterol en inyecciones caseras, abraza con fuerza y decisión a una joven semidesnuda, con rasgos tan frágiles que podría ser francesa y zapatos italianos a juego con sus ojos; la sodomiza por detrás (o eso simula), le hinca el miembro con un entusiasmo exacerbado, como el del polaco que consigue su primer empleo en Café Nero.

Recuerdo que presencié una de las últimas inseminaciones que se llevaron a cabo en Europa a una vaca lechera en acto de fornicación natural: directamente por el pene del toro, sin veterinarios ni pipetas de por medio. No recuerdo bien el año, fue a principios de los 90. Los dos animales sabían que alguien les observaba, pero no tenían conciencia de quién era realmente. Mediaba entre nosotros una barrera difusa: la psique animal.

Entre los dos actores porno de la portada y todos nosotros media una especie de psique audiovisual intuitiva, también difusa. En el mundo del porno no hay un fin reproductor y en las granjas el veterinario sustituye al pene del semental.

Al final de la tarde queda una extraña ecuación con diferentes términos imprecisos; la incógnita es el deseo sexual mancillado por la inmediatez y los veterinarios.
C. Índico, Londres 2007

No hay comentarios: