lunes, 11 de diciembre de 2006

Open 24 seven

Nos imagino desnudos frente al mordisqueo canino de esas grandes multinacionales textiles o de software informático o de bebidas isotónicas o de medicamentos pérfidos o etc; miramos asustados y nos meamos en los pantalones cada vez que un pedazo de carne nos cae cerca. Nos encontramos en medio del fuego cruzado, sin tener nada que ver con ninguno de los dos bandos. Simplemente esquivamos las balas, colaboramos en la recogida de cadáveres, incluso cargamos las pistolas que otros disparan. La artillería es automática y se extiende de forma piramidal. ¿Y ese placer que les produce ver sangre, ese orgasmo del degüello, de la producción en masa? [...] Se sitúa a cada uno de los francotiradores en fila india, a la mínima se mueven y les entra un tiro por nuca. Sin remedio han de seguir firmes y disparando sin parar. Y el último de todos no es nadie, su posición está vacía y cubierta por el miedo, porque la existencia de Dios está más aniquilada hoy que nunca. Vuelvo a casa derrotado, en el N 159, con más gente que me ignora, que se ignora.
Reflexiones de autobús, de C. Indico.


Y como se acerca la navidad... hoy tuvimos cena de confraternización en mi empresa; chicas bailando y moviendo sus apetitosas carnes como sacadas de un videoclip cutre, desfiles al baño de dos en dos, todos y todas con sus putas cámaras digitales retratándose entre sí como si no se fuesen a volver a ver jamás, todos y todas con sus malditas sonrisas embusteras. Todo era tan predecible. Me ha dado tanto asco que llegué a vomitar hasta tres veces en media hora. Después seguí comiendo, bebiendo vino y vomitando hasta que casi se me salieron los ojos de la cara.

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